ARCHIVOS CON DOCUMENTOS FALSOS

El Museo Terrus, institución pública ubicada en Elne, en la Cataluña francesa, dedicado a un artista local, exhibía hasta fines de abril de 2018 obras, que quería eran del pintor Etienne Terrus. Pero resultó que un porcentaje relevante de su colección eran falsificaciones (El País 28.4.2018).


Captura de pantalla del sitio web del Museo Terrus (URL: http://www.ville-elne.fr/fr/information/71640/musee-terrus), realizado el 1 de mayo de 2018.

La duda de autenticidad surgió cuando se percató cuando se detectó que, como reporta El País, “en algunos de esos cuadros aparecían edificios que fueron construidos después de la muerte de Terrus”. El artista plagiado nació en 1857 y su fama en el mundo artístico se debe a su obra dedicada a los paisajes. Falleció en 1922 (El País 28.4.2018).

Para aclarar la incertidumbre se nombró una comisión de expertos. Su veredicto para establecer la veracidad de la colección francesa fue retumbante: 82 pinturas del museo, que representan más de la mitad del total, “no podían ser atribuidas al pintor” (El País 28.4.2018). Los procesos de determinación que una obra es falsa suelen consistir en diferentes niveles de análisis (histórico-artístico, estilístico y científico) (EfectoNaim 31.5.2015).

No ha trascendido cómo ni cuándo el centro cultural que aumentó su colección, conformada por pinturas, dibujos y acuarelas, por medio de compras, donaciones y préstamos, adquirió dichas piezas artísticas (El País 28.4.2018).

Esta noticia, que ha causado estremecimiento a nivel mundial, no deja de ser estremecedora para los académicos interesados en el artista y para los visitantes (residentes como turistas). Sin embargo, los dedicados al mercado del arte están muy conscientes, desde hace muchos años, de la posibilidad de la falsedad. Incluso, algunos llegan a afirmar que “el 40% de las obras de arte que se venden en el mundo son falsas” (EfectoNaim 31.5.2015).

Colette Loll, responsable de la organización Art Fraud Insights (URL: http://www.artfraudinsights.com/). y encargada de asesor a potenciales compradores de arte, considera que si bien los falsificadores podrían considerarse como "artistas" son, ante todo, "muy buenos estafadores". Detalla que su trabajo "se basa en el crimen de confianza”, por el cual “existe colaboración entre el criminal y la víctima para perpetrar el crimen. El impostor y el creyente trabajan juntos, y ambos juegan un papel”, precisa. En el caso del arte se trataría de “un buen estafador” y “una potencial víctima que quiere comprar una gran obra de arte a un precio muy bajo”, donde “la avaricia” está presente en las dos partes. Pero “los estafadores manipulan esa seguridad y confianza”, usando identidades falsas y todo tipo de trucos (EfectoNaim 31.5.2015).

Captura de pantalla del video "El arte de copiar" del canal EfectoNaim (URL: https://www.youtube.com/watch?v=F-9JxktEkNk&list=PL0F96407C06617589&t=9s&index=20), realizado el 1 de mayo de 2018.

Ella diferencia entre “falsificación” y “obras falsas”. Una obra falsa “es una copia exacta de una obra de arte existente”. Una falsificación “es cuando un artista crea una obra original en el estilo del maestro conocido […] la cual no existe”. Un criminal de falsificación de obras de arte “hay que tener la intención de engañar y tener una ganancia financiera” (EfectoNaim 31.5.2015).

Loll es, asimismo, investigadora de algunos famosos falsificadores, las estrategias comerciales emprendidas por ellos y las motivaciones de su trabajo. Algunos de ellos fueron el húngaro Elmyr de Mory y Mark Landis. Este último, según Loll, “sufría de una enfermedad mental y que estuvo décadas falsificando de obras”. Un caso en el ámbito hispano es el de los hermanos Sebastiá y Carlos Junyer i Vidal, activos en la primera mitad del siglo XX (Montañés 5.2.2016).

Así como Loll, un grupo de profesionales que aplican “técnicas forenses aplicadas al arte”, quienes aplican “algunos de los procedimientos que se realizan en escenas de crimen ahora están siendo utilizados para determinar si una obra es auténtica o no” (EfectoNaim 31.5.2015).

Vale anotar que existen posturas que consideran a los falsificadores “como uno de los agentes culturales más importantes de sus tiempos”, ya que consiguen cumplir la ansía de “ansiedad” que caracteriza al arte contemporáneo. Jonathon Keats, filósofo y artista, es uno de ellos (EfectoNaim 31.5.2015).

¿Archivos con documentos falsos?

A pesar de lo interesante de conocer la existencia de falsificadores de obras de arte, su transcendencia legal y los expertos en detectar tales trabajos, ¿cuál es la relevancia de esta información para nuestro blog, dedicado al patrimonio documental y bibliográfico? Si incluimos a todos objetos como patrimonio cultural, ¿acaso no comparte los documentos y los libros las características para ser objeto de falsificaciones? 

Consideramos que sí, pero sabemos que un documento manuscrito no es exactamente igual que una pintura o escultura o fotografía. El mercado del primero no es tan fuerte como el del segundo. En la labor de investigación, la crítica de fuentes es un paso inicial, por el cual se determina si el testimonio es verdadero. Muchos historiadores encuentran en archivos históricos los depositarios de sus datos. Poco dedican a cuestionar la veracidad de los mismos.

¿Podrían existir archivos o bibliotecas que contengan documentos falsos? Algunas bibliotecas extranjeras (como las estadounidenses) poseen colecciones de manuscritos del periodo virreinal. En algunos casos se sabe quién los poseyó previamente, pero poco de cómo esos coleccionistas lo adquirieron. 

Se nos viene a la mente la obra de Umberto Eco, El cementerio de Praga, cuyo protagonista era un egregio falsificador de documentos, con clientes relacionados a los mayores líderes europeos de la época. En la ficción, el polifacético protagonista sería el verdadero autor de los famosos "Protocolos de los sabios de Sion".

¿Cuáles deberían ser las habilidades específicas de los encargados de detectar si un documento o libro son falsos?

Podemos, incluso, encontrarnos que en ferias callejeras se ofrecen en venta varios documentos como procedentes del siglo XVI. 

Producto en venta en un puesto en la feria de libros Cuesta de Moyano, en Madrid. Fotografía tomada para el Proyecto CEDOSA, el 1 de mayo de 2018.

Fuentes consultadas



Entrada n° 280.

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